recordar es volver a vivir.
hace rato que no toco una guitarra.
hace rato que no toco una guitarra.
Recordar es volver a vivir. recuerdo como la adrenalina fluía por mis venas tras explosiones de emoción. Kilotones de decibelios eran expulsados con rabia y coraje por el más oscuro deseo de estremecer a la plebe congregada, todo un congreso de ratones. Hombros y espaldas chocando, empedernidos, fervientes y devotos tanto del gind como el crust sin dejar a un lado a la vieja estirpe de los bienaventurados punk's, que en una fría noche, oscura y presagiosa, decidieron dar sentido al más puro nihilismo de su desfascinada vida. Un movimiento verdadero capaz de tomar en sus manos la responsabilidad de reivindicar el sublime ideal, un movimiento capaz de resistir en pie de lucha en contra del poder y la imposición de un régimen totalitario. Gente común que a su debido tiempo quieren lo mismo que el resto de la humanidad, beber, divertirse libremente a lado de su chica punk rock y no rendirse ante la soledad por que el amor, el apoyo mutuo y la solidaridad se haya en cada uno de nosotros. Amor, paz, unidad, ruido e ideología. La gran estafa del rockanrol continuaba
Ritmos demencialmente acelerados, agresivos, distorsionados, acompañados de expresiones muchisimo más impactantes. Voces simples, ásperas, terrorificamente guturales, desgarradoras growl y shriek. Guitarras que emulaban abejas. Abejorros que sobresalían del más puro crustcore, demostrando a todo momento el desprecio por los instrumentales solos y la engreída virtuosidad de los súper guitarristas. Una evolución más cruda del punk rock enérgicamente sencilla no apta para castos oídos pero que también usa la mezcla de intervalos de consonantes y asonantes en textos directamente politizados. 240 beats por minutos que pulverizaban a los 120 bpm del hardcore y avazallaban a los 80 bpm punkrokeros. D-beat, grindcore, Discharge, Napalm Death igual; a una locura total capaz de desquiciar al mismísimo chamuco. Sin duda alguna estábamos fuera del gran mundo de mainstream de la rocka, lejos de ser aceptados mayoritariamente por una sociedad conservadora y clasista. Hacíamos punk de verdad pese a quien le pese sin más clasificaciones.
Aquel lugar estaba apunto de reventar. Frente a mi, habían cabezas revoloteando por todo el local; pelos largos caras enfermas, gigantescos pikes y crestas de colores, skates, skinhead, skatos, metaleros, en realidad el genero no era lo que importaba sino el sentido de unidad y camaradería. El buen Antimo ex-Disgorge, que ahora venia liderando una estruendosa banda llamada Profanator al más puro estilo de la vieja escuela thrashmetalera, se veía extremadamente frenético alzando su puño en alto al unisono de nuestras Grindcoreras descargas de adrenalina pura (punk de la vieja guardia). El acme, un compa de Hellmosillo es prácticamente escupido del pogo para caer justo sobre el Metal Zone de la Boss color negro de 1625 pesos, hecho que le favoreció y acto seguido; dispara a discreción su cámara digital Sony DSC-W80 de 7.2 megapixeles con un valor de 2550 pesos, cuando volveré a ver a ese pillo.
Más aun, la diversión estaba a punto de comenzar. Un bote de cerveza pasa por encima de mi hombro izquierdo (bendición de dioses) en verdad no hice mucho por esquivarlo, algún pillo mal encarado en una explosión de histeria colectiva desahogo su frustración. A lo lejos, alguien se acerca abriendo paso con sus codos, feliz, sonriente, enérgico y travieso, duro como carne de pescuezo. Hábilmente utiliza la misma fuerza del oponente dejándose llevar por el inmenso océano de gente. Una vez ya seguro estira su mano izquierda, resultado, un frío bote de cerveza que con gusto de sus manos yo tome. Aquel mítico personaje de quien hablo era nada más y nada menos que el buen Yaki, pilar de los Fallas del Sistema que inesperadamente se nos fue Q.E.P.D. El Pogo comenzó grapplear. Cada vez más muertos vivientes se acumulaban al mitote. El Pogo se transformo en Grapple, el Grapple culmino en una tremenda rueda de derecha a izquierda, el máximo desmadre dentro de un máximo de orden, El Slam..
Ritmos demencialmente acelerados, agresivos, distorsionados, acompañados de expresiones muchisimo más impactantes. Voces simples, ásperas, terrorificamente guturales, desgarradoras growl y shriek. Guitarras que emulaban abejas. Abejorros que sobresalían del más puro crustcore, demostrando a todo momento el desprecio por los instrumentales solos y la engreída virtuosidad de los súper guitarristas. Una evolución más cruda del punk rock enérgicamente sencilla no apta para castos oídos pero que también usa la mezcla de intervalos de consonantes y asonantes en textos directamente politizados. 240 beats por minutos que pulverizaban a los 120 bpm del hardcore y avazallaban a los 80 bpm punkrokeros. D-beat, grindcore, Discharge, Napalm Death igual; a una locura total capaz de desquiciar al mismísimo chamuco. Sin duda alguna estábamos fuera del gran mundo de mainstream de la rocka, lejos de ser aceptados mayoritariamente por una sociedad conservadora y clasista. Hacíamos punk de verdad pese a quien le pese sin más clasificaciones.
Aquel lugar estaba apunto de reventar. Frente a mi, habían cabezas revoloteando por todo el local; pelos largos caras enfermas, gigantescos pikes y crestas de colores, skates, skinhead, skatos, metaleros, en realidad el genero no era lo que importaba sino el sentido de unidad y camaradería. El buen Antimo ex-Disgorge, que ahora venia liderando una estruendosa banda llamada Profanator al más puro estilo de la vieja escuela thrashmetalera, se veía extremadamente frenético alzando su puño en alto al unisono de nuestras Grindcoreras descargas de adrenalina pura (punk de la vieja guardia). El acme, un compa de Hellmosillo es prácticamente escupido del pogo para caer justo sobre el Metal Zone de la Boss color negro de 1625 pesos, hecho que le favoreció y acto seguido; dispara a discreción su cámara digital Sony DSC-W80 de 7.2 megapixeles con un valor de 2550 pesos, cuando volveré a ver a ese pillo.
Más aun, la diversión estaba a punto de comenzar. Un bote de cerveza pasa por encima de mi hombro izquierdo (bendición de dioses) en verdad no hice mucho por esquivarlo, algún pillo mal encarado en una explosión de histeria colectiva desahogo su frustración. A lo lejos, alguien se acerca abriendo paso con sus codos, feliz, sonriente, enérgico y travieso, duro como carne de pescuezo. Hábilmente utiliza la misma fuerza del oponente dejándose llevar por el inmenso océano de gente. Una vez ya seguro estira su mano izquierda, resultado, un frío bote de cerveza que con gusto de sus manos yo tome. Aquel mítico personaje de quien hablo era nada más y nada menos que el buen Yaki, pilar de los Fallas del Sistema que inesperadamente se nos fue Q.E.P.D. El Pogo comenzó grapplear. Cada vez más muertos vivientes se acumulaban al mitote. El Pogo se transformo en Grapple, el Grapple culmino en una tremenda rueda de derecha a izquierda, el máximo desmadre dentro de un máximo de orden, El Slam..
Guadalajara un buen lugar para recordar
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